La larga relación que existe desde hace siglos con el consumo de determinados productos alimenticios y posibles beneficios en la salud, la corpulencia o la belleza de las personas, es larga. Más que para un post en este humilde blog en el que nos declaramos amantes empedernidos de todo lo que rodea a las vacas, daría para un blog especial en el que se hablaría de todos esos aspectos. Sin embargo, en esta ocasión queremos centrarnos en un aspecto muy concreto. Y de un pueblo con reminiscencias legendarias.
El pueblo zulú es un grupo etnio africano que reúne a cerca de diez millones de individuos. Habitan en diferentes zonas de los actuales países de Mozambique, Zambia y Zimbabue, aunque su principal reducto se encuentra en la provincia de KwaZulu-Natal, en Sudáfrica. Los zulúes llegaron a conformar a finales del siglo XIX uno de los reinos más prósperos del continente africano. El secreto de su fuerza, su salud… y también de su atractivo físico tiene que buscarse, según marca la propia tradición zulú, en el amasi.
Se trata de una leche fermentada que posee un sabor similar al queso fresco o al yogur, muy popular en Sudáfrica, que se emplea de forma mayoritaria en una ensalada de pepino servido con biryani, un plato de arroz de la cocina de varios países asiáticos. También es ingrediente principal de la raita, que es una salsa típica de la cocina india que se emplea como condimento.
El amasi se ha preparado de forma tradicional mediante un almacenamiento de leche de vaca en una calabaza o en un saco, lo que permite su fermentación. Lo auténtico es que se sirva en una cazuela de barro y consumido con cuchara de madera. También se elabora de forma comercial con determinados cultivos lácticos, lo que permite que pueda ser considerado como un alimento funcional que permite el cultivo de probiótico.
(Fuente de las fotos: Wikipedia)