No llegan a todo el mundo. No son la vía más directa para que los productos agroalimentarios lleguen a una gran parte de la población, pero es un camino necesario y totalmente imprescindible para la difusión de los productos procedentes del entorno rural. Se trata de la alta cocina. Eso nadie puede dudarlo a estas alturas de película. Los grandes cocineros, o chefs como se dice ahora, son las grandes estrellas del rock de pasadas décadas o actuales del fútbol. Son conocidos por los más jóvenes y también por los más veteranos y en los últimos años se han convertido en verdaderos y grandes prescriptores de determinados productos alimentarios.

Por eso, su labor es muy importante para todos los eslabones de la cadena, especialmente para aquellos cocineros que vinculan su ámbito de actuación y su creatividad en los fogones a un ámbito geográfico determinado, potenciando esos productos de la tierra.

Un buen ejemplo puede encontrarse en el recóndito pueblo asturiano de Prendes, donde el centenario establecimiento Casa Gerardo puede presumir de ofrecer la más afamada fabada del orbe gastronómico mundial y de dar una imagen digna y genial de los productos gastronómicos del Principado. Una visita a este espectacular restaurante constata que, como no podía ser de otra manera, el sector vacuno asturiano también tiene su reflejo en las creaciones ideadas por Pedro y Marcos Morán, el padre e hijo más influyentes de la gastronomía asturiana. La creación del bocado de quesos asturianos reúne suntuosidad, esponjosidad y chasquidos en la boca, mientras que su receta de arroz con leche es ya todo un mito en Asturias. Mientras tanto, siguen promocionando la buena carne de vacuno asturiana. Tres buenos ejemplos de que la alta cocina enaltecen a un sector ganadero y que son su mejor embajador.

 

(Fotos de la cuenta de instagram de Marcos Morán)