Hay pocos verbos tan carismáticos como ese ‘prestar’ que les gusta utilizar a los asturianos. “Aprovechar, ser útil o conveniente para la consecución de un intento”, dice la definición del diccionario. Y en términos más coloquiales, significa que gusta y llena de plenitud. Por eso, unos días por la zona del Oriente de Asturias, una de las favoritas para este blog, siempre presta.
Hay varias poblaciones que tienen una amplia fama en esta zona, que además está muy vinculada a la producción de vacuno de carne. Sin lugar a dudas, el centro neurálgico es la montaña de Covadonga, en la que se encuentra la Basílica de la Virgen de Covadonga, la cueva en la que se encuentra ubicada la talla de la ‘santina’ y la subida a los ciclistas y afamados Lagos de Covadonga. A unos pocos kilómetros, se encuentra Cangas de Onís, que con su fotogénico puente medieval puede presumir de ser la primera capital de Asturias, cuando el Principado era el único reino español antes de iniciarse la Reconquista.
Pero Covadonga y Cangas de Onís no son los únicos lugares del Oriente de Asturias que merecen la pena. Muy cerquita está la localidad de Arriondas, que destaca por su fuerte carácter asturianista, las espectaculares pequeñas poblaciones que se encuentran en los montes de alrededor y el hecho de poder presumir de ser el inicio del Descenso Internacional del Sella, sin duda la fiesta popular más característica y afamada de esta comunidad autónoma.
El repertorio de localidades costeras en esta zona del Oriente de Asturias es amplísimo. Empecemos por dos de las más pequeñas, aunque tienen potencial para atraer multitud de turistas durante cada día del verano. Por una parte se encuentra Tazones, que es el lugar ideal para degustar un arroz caldoso entre pequeñas casas de marineros, en un pueblo de unas pocas calles que desembocan en un mar en el que puerto y playa prácticamente comparten espacio. A pocos kilómetros se encuentra Lastres, famosa por ambientar series de televisión, y que se precipita en una multitud de calles en unos acantilados que van a dar al mar. Muy cerca de Lastres se encuentra el Museo del Jurásico de Colunga, que siempre triunfa entre los más pequeños.
Punto aparte merece la villa de Ribadesella, lugar en el que desemboca el río Sella y en el que termina el descenso internacional de piragüistas. Señorial como pocas, sus calles peatonales del centro tienen actividad turística durante prácticamente todas las horas del año. Además, es la mejor representación de la arquitectura indiana de aquellos asturianos que hicieron fortuna en América y volvieron a su tierra.
El punto final del viaje hacia el Oriente, ya cerca del límite con Cantabria, es la playera y veraniega localidad de Llanes. Siempre con vida, tiene multitud de sitios en los que cenar unas raciones después de bañarse en las múltiples playas de su concejo, de las que destacan especialmente las de Barro y las de Poo, con las aguas más tranquilas del Cantábrico.
(Fuente de las fotos: Vacuno de Élite)