Ya se sabe que lo que el resto de los mortales llamamos ‘chuletón’, seguramente asustados por el tamaño de la pieza de carne de vacuno que nos encontramos en el plato, al norte de Amurrio se le llama ‘chuleta’, con ese ejercicio de dar normalidad a lo que se sale de los cánones, no sólo de cantidad, sino también de sabor. El País Vasco tiene una gran tradición en asadores de carne de vacuno. Lugares en los que unas brasas y una excelente pieza de carne se funden para dar lugar a una comunión inigualable. Las sidrerías, que proliferan en la provincia de Guipúzcoa y son casi una religión en localidades como Astigarraga y Hernani, son buen ejemplo de ello.
De todos estos lugares de peregrinaje del chuletón –nosotros lo seguiremos llamando así- hay uno que ha conseguido destacar en los últimos años con el reconocimiento de los más grandes expertos en la gastronomía. De hecho, está galardonado con una de las afamadas estrellas Michelin, cuestión que ha levantado alguna sorpresa en medios de comunicación al tratarse de un asador, como si tratar con respeto y nobleza una materia prima de excelente calidad como la carne de vacuno y poder llevarla a su punto justo de consumo no fuera suficiente para tener un reconocimiento de este tipo. Se trata del Asador Etxebarri, situado en la localidad vizcaína de Atxondo, perteneciente a la comarca del Duranguesado y encuadrada estratégicamente a menos de 70 kilómetros de cada una de las tres capitales vascas. Un templo que merece ser visitado por los correligionarios de la carne de vacuno. Sin duda.
(Fuente de las fotos: Asador Etxebarri)