Tienen mucha razón nuestros productores lácteos cuando se quejan de que no se les reconoce la producción de calidad que realizan día a día en sus explotaciones con un precio digno. Que resulta indignante que en ocasiones en los estantes de los supermercados, o en las gasolineras casi siempre, o también en la barra de la cafetería, prácticamente cueste más un litro de agua que un litro de leche.
Por eso, desde este blog aplaudimos las iniciativas por las que se consigue revalorizar la producción. Al margen de la transformación en productos lácteos de todo tipo que permiten avanzar en la cadena de valor, lo cierto es que hay algunas iniciativas que son simples, pero beneficiosas y que funcionan.
De la última entrada del blog, la que dedicábamos el viernes pasado al triángulo agostero cántabro que forman las localidades de Suances, Comillas y Santillana del Mar, queremos quedarnos con un detalle de este último municipio, reconocido como uno de los enclaves con más encanto de la geografía nacional. También es conocido como el ‘pueblo de las tres mentiras’, ya que dicen aquello de que ni es santa, ni es llana, ni tiene mar…
Un detalle que llama la atención cuando se recorren las abarrotadas calles de piedra de Santillana durante el verano es el número de tiendas o pequeños establecimientos que ofrecen al viandante la posibilidad de refrescarse con ‘auténtica leche de Cantabria’, al precio normalmente de 1 euro por vaso, mientras que también se puede degustar a precios populares un sobao pasiego, un bizcocho, una corbata de Unquera o un trozo de quesada. Además de obtener una evidente mayor rentabilidad por cada litro de leche, permite al visitante que disfrute de una experiencia única con un vaso de leche como auténtico protagonista. Los pioneros fueron Casa Quevedo, en el centro de este bullicioso pueblo, lo que les la llevado a protagonizar páginas de periódicos y minutos de televisión. Eso es imagen. Y eso vale mucho.
(Fuente de las fotos: Vacuno de Élite)