Oporto es la segunda ciudad más poblada de Portugal, después de Lisboa, y geográficamente se caracteriza por ser la ciudad en la que desemboca el río Duero. Como muchas ciudades europeas, Oporto es una ciudad antigua que cuenta con un amplio patrimonio histórico, aunque durante las últimas décadas ha sido sometida a una amplia modernización. De todos modos, dar un paseo por su centro histórico es como volver a otros tiempos, a una ciudad que parece que se ha quedado estancada en el cambio entre los siglos XIX y XX.
Desde muy antiguo hay una rivalidad entre Lisboa y Oporto. Dicen que esta ciudad tiene un cierto aire británico, desde que se asentaron aquí los comerciantes de vino ingleses. Dice el refrán popular que “Lisboa se divierte, Coímbra estudia, Braga reza y Oporto trabaja”.
Su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996. Uno de sus atractivos turísticos es la torre de los Clérigos o la Casa de Música. Además, cruzando el río Duero por el Puente Luis I, ideado por el afamado ingeniero francés Gustave Eiffel, se llega a las famosas bodegas de vinos de Oporto (Porto en idioma luso), que en realidad se encuentran en el término municipal de Vila Nova de Gaia.
Su conexión con el ganado vacuno es bastante reseñable. Además de la tradicional producción de leche de vaca en la zona centro y norte de Portugal, el plato más clásico de la ciudad son las ‘tripas a la moda de Porto’, que son una especie de callos cocinados con alubias y aderezadas con comino. Constituyen el plato más característico de esa ciudad, por el cual sus habitantes reciben el sobrenombre cariñoso de ‘tripeiros’. Según la leyenda popular, el origen del sobrenombre procede de que los habitantes de la ciudad habrían entregado al Infante Don Enrique toda la carne de que disponían como colaboración para la conquista de Ceuta, quedándose ellos sólo con las tripas para comer.
(Fuente de las fotos: Wikipedia)